Vivir duele.
Por su intensidad, por su pasión, y por su fugacidad.
Vas a hacerte daño, y vas a llorar. Te vas a sentir solo y vas a equivocarte. Pero también vas a reír.
Tropezarás, pero habrá algo que te levante. Tendrás un sueño perfecto, y caerás de la cama.
Es como una montaña rusa en la que por muy mareado que salgas, siempre repites. Aunque el estómago no aguante más, el corazón palpita con brusquedad pidiendo su dosis extra de adrenalina.
Así somos de complicados.
Si no te arriesgas no eres feliz, si eres feliz serás desgraciado, y si eres desgraciado sólo te queda seguir hacia delante.
Pero yo he dado con la fórmula.
Los momentos, los errores, los romances y las aventuras tienen sentido, aunque duelan. Serán fugaces, sólo debes preguntarte si la intensidad de su pasión compensa el sufrimiento.
Y la respuesta es sí.

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