miércoles, 30 de marzo de 2011

bifurcación

Esa sensación de no entenderte a tí mismo.
De saber que quieres algo y no tener valor. Si es que lo quieres de verdad. De pensar. De pensar demasiado. De lanzar mil monedas al aire y seguir engañándote... tan sólo era de prueba.
Ver señales, y buscarlas. Llorar y reír. Ser valiente y acobardarse en el momento clave. Decir que no con la boca y que sí con la mirada. Dejar que las cosas surjan, impedirlas. Dar dos pasos hacia delante y uno hacia atrás. Dejar que los demás se queden con algo que es tuyo. Hacer caso omiso a lo que te gritas desde adentro. Silenciar a tus entrañas. Preguntarte cosas de las cuales ya sabes la respuesta. Esperar que todo se solucione sin hacer ruido. Mirar el cartel de la derecha, el de la izquierda. Ser neutral. Creerte decidida y ser una indecisa. Pensar que las opciones estarán siempre ahí. Creer que vas a ser feliz y nunca te vas a hacer daño. Hacerse la loca. Ni comer ni dejar comer. Acaparar. Decir palabras sin sentido. Escribir en un ordenador lo que no eres capaz de decir a la cara. Vivir en la imaginación. Seguir escribiendo para no aceptar la realidad. Mierda.


miércoles, 23 de marzo de 2011

sonríe

Eran días raros.
Así, tal y como suena, raro.
Me levantaba como una autómata, un pie, ahora el otro, derecha, izquierda. Asiente con la cabeza y pronuncia un cordial saludo. Disimula. Me miraba al espejo y me decía a mí misma: "sonríe" para que nadie se dé cuenta y tu secreto, aunque a voces, siga siendo un secreto.
Pero de repente fue distinto. 
Volví a quedarme dormida por las mañanas. Y a cantar en la ducha. Volví a mancharme con los grumitos del cola-cao. Me emocioné al oír mi canción. Era consciente de mi alrededor. De mi vida. La echaba de menos.
Hoy ha sido distinto, por todo eso, y porque me he mirado al espejo y he sonreído. Porque quería. Porque me apetecía sonreír. Qué coño! Porque sigo pudiendo ser feliz.

domingo, 20 de marzo de 2011

FELICIDADES

FELICIDADES NOEMI!
pues sí, hoy por mí... porque aunque tengo gran cantidad de defectos, voy sobreviviendo día a día a esta maravillosa aventura que significa vivir.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Montaña rusa

Vivir duele.
Por su intensidad, por su pasión, y por su fugacidad.
Vas a hacerte daño, y vas a llorar. Te vas a sentir solo y vas a equivocarte. Pero también vas a reír.
Tropezarás, pero habrá algo que te levante. Tendrás un sueño perfecto, y caerás de la cama.
Es como una montaña rusa en la que por muy mareado que salgas, siempre repites. Aunque el estómago no aguante más, el corazón palpita con brusquedad pidiendo su dosis extra de adrenalina.
Así somos de complicados.
Si no te arriesgas no eres feliz, si eres feliz serás desgraciado, y si eres desgraciado sólo te queda seguir hacia delante.
Pero yo he dado con la fórmula.
Los momentos, los errores, los romances y las aventuras tienen sentido, aunque duelan. Serán fugaces, sólo debes preguntarte si la intensidad de su pasión compensa el sufrimiento.
Y la respuesta es .

miércoles, 9 de marzo de 2011

el 24 serían 6

Cuando pasan estas cosas una se pregunta muchas otras.
Se pregunta por qué coño siempre pasa lo mismo. Por qué las ilusiones sólo sirven para romperse y por qué los tiempos felices terminan, irremediablemente, llorando.
Me pregunto qué ha sido de ese campo de margaritas, de las siestas en el parque, del tiempo que no pasaba y de otras muchas cosas.
Me pregunto quien se divierte con todo esto, y quién sale ganando. Me pregunto cuál es el beneficio de tanto dolor, me pregunto quién se está riendo en mi cara.
Y de repente me siento estúpida, por haberlo visto venir y hacerme la ciega. Por escuchar la banda sonora del fin de la película y haberme hecho la sorda. Por sentir que todo acababa y dar la espalda. Por intentar encontrar una solución, donde no la hay, por querer poner un parche, por darlo todo, por dejarlo todo, por intentar cualquier cosa...
Y vuelvo a sentirme estúpida, porque haré todo lo posible, y lo imposible también. Porque por una vez en mi vida estoy segura de algo, y no voy a renunciar tan fácilmente. Porque soy caprichosa. Tremendamente caprichosa y estúpida.

miércoles, 2 de marzo de 2011

La isla

Sabía que me iba a embarcar en un viaje. No iba a París, a Roma o a New York, me iba a una isla. Me preparé para ello y abandoné todas mis cosas, mi persona, mi miedo, mi incertidumbre, mis errores, mi pasado.
Han pasado muchos años desde entonces, no podría decir cuántos porque entre las olas de espuma se encierran mis pensamientos, y se apoderan de mi cabeza, de mis recuerdos. Estoy en una isla, en mi isla. Éste es mi hogar, el que yo he creado, reflejo de mis deseos más profundos, de los que en ocasiones ni siquiera era consciente. Mi isla es una mezcla de mundos imaginarios, me gusta sentarme delante de todos ellos y observarlos, ver cómo danzan, cómo juegan, cómo saltan y se deslizan...
Pero no estoy sola en esta isla, aunque sea mía. Aquí también hay una vieja cantante de ópera que se pasa los días componiendo melodías que narran historias en el aire: cuando habla de batallas, el viento se enfurece y se vuelve indómito, cuando entona cantares de fiesta, la hierba la acompaña y hace cosquillas en los pies, y cuando susurra el pálpito de los primeros amores, el silencio la arropa y la brisa la envuelve en un cálido abrazo. 
Hay también un astronauta ruso que todas las noches visita una estrella para poder recordarla durante el día y sonreír. La noche le cuenta historias de seres legendarios ocultos en sus constelaciones, entonces, la luz de la luna se refleja sobre el mar, y parece que lo arrulla.
Pero tengo miedo porque sé que algún día, puede que dentro de mucho, y yo no llegue a verlo, o puede que mañana, en algún lugar de mi isla, en alguna duna dorada aparecerá una botella. Una botella con un mensaje. Un mensaje que diga "despierta".