sábado, 19 de febrero de 2011

Había una vez un mundo

Hoy me ha dado por leer.
Pero no fue un libro lo que había entre mis manos. Hoy se me ha dado por revisar aquellas cosas que escribí hace algún tiempo, cuando todavía era una niña y el mundo me quedaba grande.
Estaba despertando del sueño de la infancia y me disponía a abrir los ojos a la realidad. Me intrigaba todo lo que pasaba a mi alrededor, y me gustaba escribirlo. Entre las líneas cuidadosamente dibujadas para no torcerme se descubría lo inexperto de mi escritura y lo inmaduro de mis historias.
Pero me encanta.
Porque hoy puedo leerlo y recordar las cosas que pasaban por mi mente. Me atormentaba la muerte inesperada, me asombraba ante mis primeros amores, me ilusionaba con mis primeros versos y disfrutaba de todas aquellas preguntas sin respuesta.
Me sentí realizada con aquella tarde en la que se estropeó la tele. Me sentí mayor, adulta. Quería reflejar un mundo de adultos, con prosa de adulta, sin darme cuenta de que aquellas primeras letras estaban llenas de encanto juvenil, tal vez un poco despistado y por qué no, con leves trazos de locura.
Y ahora estoy haciendo exactamente lo mismo.
Sigo caminando hacia la realidad sin haber salido totalmente de aquellos años en los que llegar tarde al instituto era la mayor tragedia del mundo.
Conclusión: Sigo siendo una niña y el mundo me sigue quedando grande. Me encanta.

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