Todos los que alguna vez hemos participado en el mundo del espectáculo buscamos que se nos tratase como profesionales, como verdaderos artistas, curtidos y maravillosos.
Puede haber gente que piense que las divas sólo se hacen pisando gente, y es cierto. Aquí no queremos divas.
El camino es la profesionalidad: demostrar día a día que te lo tomas en serio, que no tienes personajes ni temas tabú. Ensayar hasta sentir ampollas en los pies, y no parar. Subirte al escenario antes de que enciendan las luces, y bajarte cuando ya todos se han ido. Tener el cuerpo lleno de heridas y moratones. Mostrarte dispuesto a todo, a saltar por un precipicio y a enamorarte de tu peor enemigo. Bailar con tus dos pies izquierdos, cantar con la voz ronca. Dar la mano a quien se cae. Reírte a carcajadas aunque por dentro mueras. Transmitir con un sólo cuerpo siglos de arte.
Es difícil. Es sencillo. Es sacrificio. Es orgullo. Es espectáculo

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