Una vez que has saltado al abismo eres capaz de volar. Durante unos segundos en los que eres consciente de que la realidad es otra. En ese tiempo se extiende ante tí toda la naturaleza. Árboles, pájaros, flores, agua, roca, viento, todo.
Sólo la gente que se arriesga obtiene estos resultados. Sólo unos pocos valientes darán respuesta a esas preguntas que nos han atormentado a lo largo de los años. Pero se las llevaran con ellos porque no seríamos capaces de entenderlo.
Los que arriesgan se equivocan, y también obtienen placer de ello. Porque aprenden de sus errores y sacan siempre el lado positivo. Porque hay mayor logro en haberse arriesgado.
Es gente que todo lo puede, no hay meta para ellos, ni bache que los detenga. No hay tristeza que les borre una sonrisa ni frío que les congele un abrazo.
Yo admiro a esta gente. Y en parte también me he arriesgado en muchas cosas. Quizás mi salto no haya sido tan grande, ni tan significativo. Puede que sea vulnerable y que los errores me afecten. Pero una cosa quiero decir, nunca pienso quedarme parada en la línea de salida porque los sueños, las metas y todo lo que significa sentirse realizado son cosas que están siempre al otro lado.
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